El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, es de origen biológico con causa en parte genética.

Es uno de los trastornos más frecuentes y actualmente muchas de las investigaciones científicas actuales están centradas en él.

Sobra decir que para los adultos que hemos sido diagnosticados de forma tardía es una gran noticia, ya que el TDAH supone una gran inferencia que afecta directamente tanto a las relaciones familiares, como en el desarrollo psicosocial del niño y que, si no es diagnosticado y tratado durante la infancia, las consecuencias se arrastran hasta la adultez, con los consiguientes problemas que ello puede acarrear.

No obstante, desde mi punto de vista, quizás en algún momento, se ha pasado de no ser diagnosticado y que cualquier persona que tenga más o menos mi edad, durante su infancia fuera tratado como vago, tonto, impulsivo, mal estudiante, y un sinfín de apelativos que hemos arrastrado o por desgracia aún llevamos a cuestas a que ahora, cualquier niño que sea movido, le cueste seguir el ritmo de clase… le cuelguen la etiqueta de TDAH.

Decía Aristóteles que la virtud se encuentra entre el exceso y el defecto.

Tanto el hecho de no diagnosticarlo como diagnosticarlo en exceso, considero que es contraproducente, y ambas pueden resultar igual de perjudiciales.

Causas y síntomas

Las características clínicas del TDAH son las de un trastorno heterogéneo, multidimensional y crónico. Basado en tres ejes principales:

– Problemas de atención

– Impulsividad

– Inquietud motriz exagerada (hiperactividad)

Los síntomas pueden presentar diferentes combinaciones y distintos niveles de intensidad.

Esto quiere decir, que por supuesto, aunque tengamos el mismo trastorno, no tenemos por qué ser iguales.

Cuando me diagnosticaron a mí, ya había empezado a estudiar el acceso para mayores de 25 años, porque quería estudiar psicología. Una de las optativas era Introducción a la Psicología, y navegando por internet encontré una página que hablaba del TDAH en adultos.

Mi hijo ya había sido diagnosticado hacia años, pero nunca había pensado que yo también fuera TDAH, puesto que no nos parecemos mucho en cuanto a la forma de ser.

Ese es uno de los problemas a los que se enfrentan los profesionales de la salud a la hora de realizar el diagnóstico.

Algunos trastornos presentan una clínica similar al TDAH. La comorbilidad de algunos trastornos da lugar a errores, como ejemplos podríamos nombrar a posibles alteraciones en el sistema endocrino tales como el hipertiroidismo o hipotiroidismo los cuales pueden confundirse con una agitación motora. Problemas de visión, sin una buena exploración oftalmológica pueden ser las causantes de que el menor tenga una falta de atención, rendimiento o concentración.

Aun así, los trastornos asociados con más frecuencia al TDAH son los trastornos de ansiedad, el trastorno negativista desafiante, el trastorno de personalidad limite, entre otros.

La información es la que es. Se puede encontrar en multitud de sitios y básicamente todas van a hablar de lo mismo. Cambiaran palabras, lo explicaran de una forma más técnica o menos, pero el resultado será el mismo.

La cuestión es vivirlo. Y cada uno lo vive de una forma. Después de publicar “Me sobran caracteres para escribir un libro”, he conocido a bastantes TDAH diagnosticados tardíamente como yo. A grandes rasgos todos hemos pasado por lo mismo, y nos sentimos identificados en multitud de cosas. Únicamente, de todas las personas que he conocido y me han hablado de cómo ha sido su vida, solo he encontrado una cosa que nos diferencia: la forma en la que lo hemos llevado.

EN PRIMERA PERSONA

A mí la vida se me hizo muy dura, terrible incluso te diría. Me invitaron a irme del instituto (como a casi todos con lo que he hablado), pero para mí eso fue un punto de inflexión.

A algunas personas les resulto indiferente. Con dieciséis años se fueron a trabajar y ya está. Yo en cambio quería estudiar, quería ser fisioterapeuta, y lo que recibí de mis profesores, aun teniendo altas capacidades como supe posteriormente, fueron palabras del tipo: “no pisarás una universidad en tu vida”.

La neuroplasticidad en la adolescencia se encuentra en un punto álgido. Es en ese momento cuando se establecen patrones sociales y de comportamiento. Y crecer pensado que no eres una persona valida, que tienes problemas para que la gente de tu alrededor te entienda, hace que tu autoestima y tu autoconcepto se vaya mermando hasta que llega un día, en el que crees que no sirves para nada.

Cuando digo que a mí el acrónimo TDAH, me dio la vida, no miento. Esas cuatro letras le pusieron nombre y apellido a lo que llevaba una vida buscando.

Entendí cada situación que había vivido, porqué había actuado de según qué forma en algún momento.

Un compañero dice que las etiquetas son para la ropa, pero a veces son necesarias. No te va a quitar el trastorno, no vas a cambiar de un día para otro, pero seguramente si entiendes qué pasa y porqué pasa, la vida te resulte un poco más fácil.